Informativo Carmelista

POSTERGAR LA GRATIFICACIÓN
UNA FORMA DE SER EXITOSOS




Las Instituciones educativas se enfrentan a varios retos a nivel organizacional, académico y de convivencia, los cuales influyen en la optimización de los recursos físicos, de infraestructura y humanos, de esta forma los esfuerzos que se hacen para generar educación de calidad dependen de cómo interactúan los diferentes contextos y cómo se actúa frente a ellos.
En concordancia con lo anterior, uno de los grandes desafíos que tiene el educando es el cumplimiento de las normas impuestas tanto a nivel familiar, institucional y social, para lo cual el estudiante debe ser capaz de postergar la gratificación, constructo estudiado por Mischel (1974), refiriéndose a la capacidad para dejar de lado ciertas actividades placenteras de manera voluntaria, en pro de lograr una meta previamente trazada y tolerar la frustración consecuente. Entonces, si se es capaz de abstenerse voluntariamente de una satisfacción inmediata las probabilidades de lograr metas en el mediano y largo plazo son más altas, desarrollando una mayor competencia social. ¿Cómo se traduciría esta habilidad en el desarrollo psicosocial del individuo? Un adulto que fue capaz de postergar la gratificación en la niñez y la adolescencia está menos expuesto a una serie de riesgos, que van desde un aumento excesivo de peso en la transición a la adolescencia (Duckworth, Tsukayama & Geier, 2010), hasta la posibilidad de abandonar el colegio sin concluir sus estudios secundarios (Blair & Diamond, 2008). Igualmente, al tener herramientas para manejar situaciones complejas de presión de grupo, familiares, entre otras, estas personas tienen una menor probabilidad de consumir sustancias y de pertenecer a grupos que los inciten a buscar nuevas experiencias (embarazo en la adolescencia, enfermedades de transmisión sexual, delincuencia). En consecuencia, la postergación de la gratificación puede ser considerada un factor protector frente a múltiples situaciones que se presentan en el desarrollo vital de una persona.






Ampliando lo dicho anteriormente, existen diversas investigaciones sobre los periodos de mayor riesgo, que representan transiciones importantes (NIDA, 2003), algunas de estas son: 1. El niño sale del seno familiar al entorno escolar. 2. El niño pasa de primaria a secundaria. 3. El adolescente se enfrenta a la educación secundaria. 4. El paso a la vida universitaria o laboral. Frente a estos periodos vitales, la postergación puede generarse desde la disciplina, que involucra contar con una serie de reglas claras, precisas y consistentes, que el niño irá interiorizando gradualmente con base en una relación afectiva cercana con el adulto que pone los límites (Arboleda & Fernández, 2008). Igualmente, la clave de la postergación de la gratificación está en resistir, NO EN REPRIMIR, ya que resistir consiste en, por ejemplo, que si la persona se enoja debe esperar a calmarse y no desahogarse inmediatamente, lo cual logra que socialmente sea más inteligente. La resistencia NO ES RENUNCIA A LOS DESEOS, es postergarlos para alcanzar metas más transcendentes o importantes, para obtener un sentido de vida más profundo.
Para terminar, existen cinco conductas en las cuales se puede identificar si la habilidad de postergar la gratificación está presente:
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Terminar lo que se empieza
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Perseverar en proyectos de más de una semana (para niños de al menos 8 años en adelante)
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Esforzarse y reintentar varias veces antes de sentir el fracaso
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Comprometerse con metas
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Seguir trabajando aun cuando se siente que se quiere renunciar
Desde mi labor como orientadora invito a los estudiantes de la institución a poner en práctica esta valiosa herramienta, que garantizo traerá bienestar a aquellos que decidan llevarla a cabo. La perseverancia es una aliada importante en el desarrollo de esta habilidad, junto con la disciplina, la dedicación y la tolerancia a la frustración, claves para una vida exitosa.

